Soy, o creo ser, una persona que lleva cuidado para mantener mi mente activa y alerta, tengo una autoimagen realista. En general, tengo un saludable nivel de amor propio. Sé que puedo conseguir lo que deseo mediante el esfuerzo; la complacencia dificulta mi desarrollo y creo que siempre hay espacio para mejorar. Soy una persona práctica que valoro una actitud realista ante la vida. No busco experiencias gratuitas, sino que valoro los logros sólidos; creo ser atractivo en mi interior, soy bueno con los niños y con los ancianos; creo estar informado sobre asuntos de actualidad, estoy convencido del éxito en el trabajo, soy respetado por mis amigos.
Tengo la capacidad de llorar. Siempre demuestro interés por los trabajos que impliquen desafíos creativos; siempre he demostrado rasgos de altruismo, me gusta ayudar a otros; tengo deseos de liberarme de las presiones y una gran esperanza de alcanzar mayor felicidad. Soy sociable, poco agresivo, algo arrogante, resuelto pero no muy tolerante; tiendo a precipitarme sin pensar y de naturaleza entusiasta e impulsivo. En el amor soy un apasionado, muy juguetón y algo práctico. Las más de las veces soy sumiso en mis relaciones, siempre y cuando me siento realmente feliz. Me gustan los deportes, aunque casi siempre sean por televisión.
La lectura me apasiona, sobre todo acompañada de una buena música y mi incienso encendido. Me gusta pasear en mi motocicleta, me ayuda a pensar. Soy de complexión delgada y barriga algo abultada, mis orejas y color de piel me distinguen como todo un integrante de la familia Sereno. Me gustan las botas, mis tenis y la mezclilla, más no puedo evitar ponerme mi traje y una bonita corbata. Hace algunos años, experimenté el dejar de fumar, abandonando ese vicio en un hospital, donde falleció mi hijo. Me gusta el vino que pueda tomar sin perder mi consciencia.
Creo siempre que, una buena cara al mal tiempo resuelve las cosas, o al menos, no las empeora. No ronco, habitualmente. Tengo un plan de vida que no sirve para nada, pues al final termina con la muerte. Creo en la mujer que se enfrenta y lucha por un ideal, por un sueño. Creo en las nuevas generaciones, en la niñez, en la juventud; de ellos es el reino de los cielos. Creo en Dios, lo he visto. Me considero un hombre de controversia al servicio de mis semejantes. No tengo ídolos, sólo ejemplos a seguir: mis abuelos, mis padres, algunos maestros y maestras, amigos y amigas.
Hubo un instante de tiempo que marcó mi gran oportunidad de trascender en esta vida: fue el momento en que mi madre me trajo a este mundo. Me ilusionan los viajes, quizá por eso nunca he tenido miedo al día de mi muerte.
Aprendí que no saber la respuesta a una interrogante no me hace un idiota, sino en un afortunado, pues es una oportunidad de indagar y aprender. Sé tocar piano y guitarra sin partitura, sólo con el corazón, lo aprendí de mi madre. De mi padre, aprendí a construir papalotes que vuelan alto con el viento, bella forma de aprender que la creatividad es la inteligencia jugando. Aún tengo dos hijos, por quienes no descansaré por verlos convertidos en personas de bien. Mi compañera, a veces felicidad, a veces fría soledad.
Mis días de vida, son cuenta regresiva para que se llegue el día de la gran reunión.